LA PRIMERA MARGARITA
Debajo de un laurel dormí,
soñé lindos sueños. Cuando te conocí...
Enloquecí.
Sendos amores iban por sendas distintas
que se encuentran y se esperan y
se besan.
Dafne ya no es un laurel, es Dafne y
Apolo se ha emborrachado, se ha suicidado y
se ha marchitado como las margaritas con el
viento de adviento.
Con cuidado salgo del cuadrado y del cuadro.
Un
amor épico que no se lo lleva el viento,
ni
el paso del tiempo.
Ya no estoy enfadado por la vendetta,
porque el círculo de la perfección se arruga y
toma volumen impropio con la edad.
Se convierte en una esfera que desespera con
desasosiego.
La vida es de los triunfadores, es una extraña gente
que ante
el
miedo se tira un pedo y
se encuentra y
encuentra la huida en la caza
tejiendo su malla como las arañas.
Los perdedores nos enfrentamos ante el miedo
haciendo dedo (en una carretera oscura).
La duda...
Observando con entera certeza el
asta del minotauro.
¡Hasta pronto tristeza infinita! De color carne carnal...
aposento
del mal
donde asiento mis sentimientos sinceros.
El corazón ha hablado y los labios han callado.
La palabra ya no es de Gutenberg...
Es de los amantes de Teruel
Que dialogan por signos y se enfrentan al pasado
Y al futuro.
El presente sólo son canciones y pinceladas
que transmiten la juventud impresionista, siguiendo
el rastro, el sendero, la pista, la marca
arcaica del paso del tiempo que huye y se
desvanece y
Cronos no puede detener ni separar.
Por eso te hago este presente,
este
obsequio que viene de la ciénaga,
oculto en la vista ciega, vertical de una espiral...
Desde la más absoluta negación del ser escribo versos
a Electra,
a
la hija de Agamenón
que
me gusta mogollón.
Carlos Chatham 20-5-2003
TENORIO